Primera fisura concreta en el bloque del oficialismo

El Frente de Todos y la vicepresidente perdieron el control del Senado

Por Pablo Jannelli

Aunque el Frente de Todos vive en crisis interna permanente prácticamente desde la llegada al poder, hace unos días hubo un hecho político que marca una diferencia mayor con las disputas públicas y privadas entre fracciones. Y fue sin escándalo, y sin las acostumbradas reacciones airadas, o las acusaciones y escarmientos públicos hacia los “traidores”. Probablemente para evitar darle la entidad que probablemente tenga.

La ruptura de 4 senadores con el bloque de senadores del oficialismo es el primer paso concreto de ruptura frontal de parte del peronismo del interior frente a la disciplina y la hegemonía lograda por Cristina durante tantos años. Si bien se trata de “apenas” 4 bancas, una cantidad relativamente pequeña de miembros en un bloque que poseía 35, este desprendimiento implica mucho más, pese a que aún no se haya manifestado totalmente en la escena pública.

Para un bloque altamente disciplinado y poco tolerante a las posiciones autónomas, cada rebeldía o posición distinta a la línea bajada por la ex presidente implicaba una “traición” imperdonable, y múltiples costos: de billetera, de ataques públicos en manada y vaya a saber cuántas otras herramientas de presión y coerción utilizadas privadamente.

Aquí detrás hay cuatro provincias involucradas en la insubordinación: más allá del “peronismo cordobés” encabezado por Schiaretti, también está el gobernador de San Luis, el de Entre Ríos y el PJ jujeño, cuyo representante encabezará el nuevo bloque. Y en el Senado el bloque liderado por Cristina Fernández pasó a ser una minoría, sin el quorum propio al que estaba acostumbrado.

El adelantamiento de elecciones en muchas provincias bajo el control del justicialismo y aliados fue otro gesto, quizá más acotado y tolerado, ante el difícil panorama electoral que amenaza a nivel nacional para el oficialismo. De hecho, el mismo cristinismo ya también han asumido una derrota nacional de varias maneras, entre otras buscando recluirse y conservar el estratégico santuario bonaerense, donde Axel Kicillof gestiona pero Máximo Kirchner es el actor clave; y al gobernador le pueden imponer un jefe de gabinete sin que nadie levante la voz.

El Presidente también ha llegado más lejos que nunca con sus gestos de autonomía, al menos esta vez ha logrado algunas victorias y sostener decisiones contrarias al kirchnerismo. Y “la grieta al interior de la grieta” se profundiza, al colmo de impedir que el Presidente y su vicepresidente pasen semanas y meses sin hablarse. Y surjan situaciones ridículas y similares entre sus delegados. Así Alberto Fernández terminó reconociendo, cuando le preguntaron por su ministro del Interior: “Yo gobierno con los que puedo gobernar”.